Subcampeón en los Juegos Paralímpicos donde también conquistó dos medallas de bronce, dejó la pileta para concretar una proeza única en materia de aguas abiertas. A pesar de la severa limitación articular en las piernas a raíz de una artogrifosis congénita, el argentino Guillermo Marro fue uno de los siete integrantes de la posta de nadadores discapacitados que cruzaron los 32 kilometros del Canal de la Mancha uniendo Francia e Inglaterra en 14 horas, 28 minutos y 56 segundos a pura brazada.
Bajo la dirección técnica de la entrenadora Marianne Alvarez, impulsora de este proyecto deportivo bautizado The Honu Para Swim, nadadores de diferentes categorías paralímpicas como los mexicanos Pedro Rangel Haro, Enrique Guerrero, Enrique Pérez Dávila e Isaac Aquino más los canadiense Amber Thomas y Scott Patterson junto al argentino Guillermo Marro rotaron en turnos de una hora cada uno en los que nadaron un promedio de tres kilómetros cada uno.
Con partida en la costa sureña inglesa de Dover, al cabo de 14 horas, 28 minutos y 56 segundos, el relevo de los siete nadadores paralímpicos arribó a las playas galas de Audressells. Además de su medalla de plata paralímpica en la categoría S7 de Sydney 2000 en espalda, estilo en el que también se colgó el bronce tanto en Atenas 2004 como Beijing 2008, Guillermo Marro a sus treinta años también es subcampeón mundial y batió el récord parapanamericano de pileta larga al nadar los cincuenta metros espalda en 36s24s.
Con inicios en la categoría infantil de la Federación de Aficionados de la Natación del Norte de Buenos Aires (FANNBA) donde competía contra rivales convencionales hasta que a los dieciséis años irrumpió en el alto rendimiento bajo la guía técnica de la profesora Marcela Belviso, quien dirige el equipo paralímpico del Club River Plate que junto a Independiente son las dos únicas instituciones que cuentan con un plantel de naación adaptada, Guillermo Marro también dirige la fundación que -bautizada con su nombre- promueve el desarrollo del deporte argentino de alto rendimiento en sus diferentes disciplinas. Más allá de la pileta, Guillermo Marro es discípulo del mago Adrián Guerra en cuya Escuela Superior de Magia e Ilusionismo se graduó hace casi un lustro prometiendo que retomará la galera y la varita una vez que finalice su etapa en la natación profesional.
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