Suspendido de por vida para ejercer su profesión, ahora volvió a ser sancionado por otro escándalo vinculado a sustancias ilícitas para mejorar el rendimiento deportivo. El Tribunal de Justicia de la ciudad italiana de Bolzano condenó al médico Michele Ferrari a la pena de un año y medio de de prisión a raíz de su participación en el doping del biatleta Daniel Taschler, a quien asesoró sobre el consumo de EPO, como se conoce popularmente a la eritropoyetina, una sustancia que también está prohibida por el comité olímpico.
De acuerdo a la nota publicada por el diario La Gazzetta dello Sport, el máximo tribunal de esa provincia azurra confirmó el fallo de abril pasado emitido por un juez romano sentenciando al médico italiano de 64 años a 18 meses de cárcel debido a la conversación telefónica que mantuvo con Taschler, hijo del vicepresidente de la Unión Internacional de Biatlón, a quien aconsejó sobre el uso de productos dopantes para mejorar su rendimiento físico.
Como corolario de una investigación judicial, el magistrado también le aplicó una multa de 4.500 euros que se suma al prontuario del doctor Michele Ferrari, quien en 2004 fue condenado a un año tras las rejas por idéntico accionar al recomendarle EPO a su compatriota, el ciclista profesional Filippo Simeoni.
Casi una década después, a fines de 2012 cuando se descubrió que el máximo campeón del Tour de France, el ciclista estadounidense Lance Armstrong, había incurrido en doping tal como él mismo admitió en una entrevista televisiva que batió récords de audiencia, el médico Ferrari fue suspendido a perpetuidad por la Agencia Mundial Antidopaje, la WADA según sus siglas en inglés.
Surgida como una alternativa para paliar enfermedades renales o tumores cancerígenos, la EPO es un estimulante sanguíneo adoptado por deportistas de todas las disciplinas porque demora la aparición de fatiga.
El consumo de EPO incrementa la concentración de glóbulos rojos para que los músculos reciban más oxígeno con la misma cantidad de sangre.
Los estudios médicos comprobaron que causa graves efectos colaterales como trombosis, obstrucción de arterias coronarias, accidentes cerebrovasculares e hipertensión que la llevaron a ser considerada como ilícita por parte de las autoridades internacionales.
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